Hablar, Escuchar y conversar
"And oh, who's listening to me?
Not even the trees"-Darius Rucker
"Seems I'm not alone at being alone,
Hundred billion castaways, looking for a home"-Sting
"Creo que todos somos un poco egoistas, nos gusta que nos lean
y no leer al otro."-Daniel Salvo
Vuelvo sobre el tema, otra vez, un tema que ya he mencionado aunque sea de refilón en mi anterior blog y que, particularmente, me parece que vale la pena volver a tratar ahora.
hace ya algunos meses, cuando, por ventura, me tocó dar una charla sobre blogs (¿quién lo diría?) a unas universitarias la titulé: Tecnologías de expresión personalizada en el sentido que aquello de lo que iba la charla era acerca de como el rollo del Web 2.0 permite extender nuestras posibilidades expresivas de un modo sin precedentes, usando registros que tomaban prestado de la literatura, el periodismo, la historieta e incluso el cine y la televisión.
Pero, con el tiempo, comenzó a instalarse la pregunta especialmente cuando, a medida que pasaba el tiempo, las expectativas cambian y uno comienza a preguntarse si el esfuerzo invertido en cada nota, en cada pedazo de palabra era en realidad válido, si la escritura, díficil y complejo arte, no se había vuelto con el pasar de las notas en una sutil forma de autocomplacencia, la pregunta caía por su propio peso: ¿Cómo saber? Y la única respuesta que aparecía válida entre tanta maraña de pensamientos incesantes, entre la cacofonía de las cosas por decir podía resumirse en una sola -aunque no tan simple- palabra:
RETROALIMENTACIÓN.
Y es aquí donde la cabal diferencia entre expresión y comunicación se hace presente. Esto es, nos expresamos siempre, querrámoslo o no, pero lo que en realidad da sentido a esa expresión, a todo lo que intentamos mostrar, son los ojos -o la percepción, en el sentido más amplio- de alguien al otro lado, porque, independientemente de los delirios onánistas de cada Blogger la razón de uso de estas tecnologías no eran expresar solamente sino comunicar y he allí la verdadera piedra de Toque del tema, sin la alteridad, sin otros, sin comentarios o ecos en la lejanía, dejamos de tener un universo de personas para tener por toda estructura una cacofonía de expresiones donde nos perdemos en medio de una soledad extraña, universal, sin precedentes. Como en la cita al inicio de esta nota, millones de mensajes embotellados recalando en una playa solitaria. Y es que tal vez, parafraseando a Babe Ruth: "Tal vez el problema del mundo no es que haya gente que se exprese, sino gente que lea y retroalimente." En ello radica, en mi modesto entender, el viejo y a veces olvidado arte de conversar.
Blogalaxia:blogs, comunicación, conversación, reflexiones, floreo Technorati:blogs, comunicación, conversación, reflexiones, floreo
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hace ya algunos meses, cuando, por ventura, me tocó dar una charla sobre blogs (¿quién lo diría?) a unas universitarias la titulé: Tecnologías de expresión personalizada en el sentido que aquello de lo que iba la charla era acerca de como el rollo del Web 2.0 permite extender nuestras posibilidades expresivas de un modo sin precedentes, usando registros que tomaban prestado de la literatura, el periodismo, la historieta e incluso el cine y la televisión.
Pero, con el tiempo, comenzó a instalarse la pregunta especialmente cuando, a medida que pasaba el tiempo, las expectativas cambian y uno comienza a preguntarse si el esfuerzo invertido en cada nota, en cada pedazo de palabra era en realidad válido, si la escritura, díficil y complejo arte, no se había vuelto con el pasar de las notas en una sutil forma de autocomplacencia, la pregunta caía por su propio peso: ¿Cómo saber? Y la única respuesta que aparecía válida entre tanta maraña de pensamientos incesantes, entre la cacofonía de las cosas por decir podía resumirse en una sola -aunque no tan simple- palabra:
RETROALIMENTACIÓN.
Y es aquí donde la cabal diferencia entre expresión y comunicación se hace presente. Esto es, nos expresamos siempre, querrámoslo o no, pero lo que en realidad da sentido a esa expresión, a todo lo que intentamos mostrar, son los ojos -o la percepción, en el sentido más amplio- de alguien al otro lado, porque, independientemente de los delirios onánistas de cada Blogger la razón de uso de estas tecnologías no eran expresar solamente sino comunicar y he allí la verdadera piedra de Toque del tema, sin la alteridad, sin otros, sin comentarios o ecos en la lejanía, dejamos de tener un universo de personas para tener por toda estructura una cacofonía de expresiones donde nos perdemos en medio de una soledad extraña, universal, sin precedentes. Como en la cita al inicio de esta nota, millones de mensajes embotellados recalando en una playa solitaria. Y es que tal vez, parafraseando a Babe Ruth: "Tal vez el problema del mundo no es que haya gente que se exprese, sino gente que lea y retroalimente." En ello radica, en mi modesto entender, el viejo y a veces olvidado arte de conversar.
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