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miércoles, 10 de junio de 2009

Bagua: entre el horror y la indignación





Es imposible, simplemente, apartar la emoción frente a circunstancias como estas, frente a crisis premeditadas, profecías autocumplidas, planes amorales, intransigencia de ambos lados y sobre todo, enfrentamiento, sangre y muerte.

Imposible quedarse callado y musitar, hablar entre dientes como siempre, para señalar lo evidente… Que el país este al que llamamos nuestro es multiétnico (no multirracial, el concepto de raza es una tontería, un galimatías que los culturosos y los estúpidos usan para justificarse a sí mismos) y que los de por acá (léase la globalizada capital) no pueden comprender a los de por allá (de donde vienen el petróleo con el que nos desplazamos por la ciudad y el gas que calienta nuestras cocinas y provee de energía) y es que, la "cultura oficial" ni siquiera lo intenta, si un mandatario, un "estadista" sale al publico a decir "Ya estuvo bueno de protestas" y "no son ciudadanos de primera clase" ¿cómo espera obtener una solución pacífica? Es más, ¿cómo lo espera cuando los congresistas de SU partido mandan al desvío una decisión que pudo haber salvado la crisis? ¿cómo lo espera cuando tras 55 días de conflicto no aparece voluntad alguna de solución mediante el diálogo? O peor aún, cuando algunos ministros de SU gobierno dicen en público que detrás de esto están "agitadores y narcotraficantes"?

Y es que no se trata que alguna de las afirmaciones –o todas- sean ciertas o no, sino de algo mucho más esencial, que, al igual que los supuestos "ciudadanos de segunda clase" que mencionan, los suscribientes de sus opiniones están sujetos a los mismos derechos y responsabilidades de todos nosotros y cuando se recurre a la descalificación de tomo y lomo, al adjetivo barato, a la orden maximalista e imperativa, simplista precisamente por ello (¡o ellos o nosotros!) se atenta contra esos mismos derechos y responsabilidades asumidos y suscritos, horror desatado por la irresponsabilidad y la intransigencia, la vanidad y la megalomanía de algunos (o de uno, muy claramente, en particular)

¿Hay inocentes en esta historia? Quizás no, quizás hasta el suscribiente tiene parte de responsabilidad en esto, por, como miembro de la sociedad civil, permitir con mi silencio y mi indiferencia que los que ahora se rebelan y mueren en manos de otros no muy diferentes a ellos hayan sido históricamente olvidados y postergados por los gobiernos de turno, preguntémonos ¿cuánto bien puede hacer el acceso a la educación, la salud, la electricidad, las comunicaciones a estos conciudadanos abandonados? ¿Podría haber, hipotéticamente hablando, una respuesta afirmativa a la pregunta anterior prevenido el horror que hemos presenciado y que apenas comenzamos a dimensionar? Muy probablemente si.

Pero, históricamente hablando, no se hizo o sencillamente, no se hizo lo suficiente y cuando la cosa ya estaba puesta, con los ríos y carreteras bloqueadas, recién el ESTADO sale a decir "acá estoy" y si, para "restablecer el orden" léase, que el petróleo pase, que el gas pase… ¿y la gente? ¡QUE SE JODA!

Y dicho esto, no sólo hablamos de los nativos asesinados o "desaparecidos" sino de los policías enviados a "cumplir órdenes" y que acabaron muertos como resultado de un enfrentamiento irracional pero alentado desde Lima por el mismo señor del "Perro del Hortelano" y como si la cosa no pudiese ponerse peor, la dirigencia nativa declarándose en insurgencia y siguiéndole el juego al gobierno, que la seguía metiendo hasta el fondo.

¿Y cómo no sentirse indignado con este sujeto de derecho si la base de su doctrina político-económica es la extracción y no la producción? ¿El capital per se y no las personas capaces de generar valor? ¿Cómo no sentirse engañado cuando alguien promete reforma y cambio responsable y se convierte, casi de inmediato, en el jefe de reparto del sainete de los conservadores que siempre han sido? ¿Cómo no sentir horror cuando lo único que hace el gobierno es pretender desinformar y ponerse en plan de "están conmigo o contra mí"? ¿Y peor aún, culpar de todo a los "agitadores extranjeros" que quieren que el socialismo marxista se asiente en un Perú globalizado? (digresión: ¿Cuánto del Perú estará globalizado? ¿3%? ¿5%? ¿10%? ¿Por qué los menos globalizados son justamente los asentados sobre las tierras con los tan preciados recursos? ¿De qué instituciones es responsabilidad esto?)

Algún "prestigioso" medio de comunicación capitalino afirmaba en un editorial que esto pasaba por una confrontación entre dos culturas, una "retrógrada y complaciente con el atraso" y la pobreza y otra "progresista y globalizada" Claro, otra vez los Terribles Simplificateurs, pero seguimos perdiendo de vista la cuestión central: Nunca hemos dejado de ser un país dividido, donde las divisiones definen a las personas y no los consensos, donde político es sinónimo de criminal y donde una buena parte de la "cultura oficial" sólo admite una solución admisible, la imposición y el uso de la fuerza para "hacer entender bien a los Indios" quien manda ¿y los muertos? ¡Un colateral insignificante! Total ¿Qué vidas son las que valen? Si pues, las de las policías que fueron ultimados, esas valen. La verdad, muy lejos de tanta complacencia, es otra, todas las vidas valen lo mismo y es demasiado, cualquier vida perdida no puede ser justificada ideológicamente ni ignorada ni lamentada con gestos vanos de contrición.

Por lo que queda, la cosa puede ponerse peor, a pesar del desastre ya ocurrido, si la intransigencia sigue manifiesta, más brotes de indignación van a convertirse (o están convirtiéndose ya) en insurgencia y rebeldía ¿podrá el gobierno represor con todos? ¿podrá seguir jugando a "buenos contra malos"? Después de esto, lo dudo y mucho.

¿Qué podemos esperar? Creo que solamente intentar comprender, nada más, escucharnos, valorarnos, reconocernos como no tan distantes a aquellos a quienes la indiferencia oficial borra de facto y, desde cada trinchera posible, exigir al gobierno que se actúe con mesura, con verdadero ánimo patriótico y no con medias tintas, facilismo o la clásica "viveza criolla" que para falta de transparencia historicamente, ya hemos tenido demasiado.

Un buen ejemplo es lo ocurrido en el programa enemigos ántimos del día de ayer, un diálogo extraordinario:



o gracias a la mula, lo que el horroroso spot del gobierno proyectado sobre la matanza debería haber dicho (lo que dice, en el fondo)



Y si algo hemos de aprender de esto, es a reconocer a los otros como semejantes, la única forma de prevenir más barbaridades como esta.

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