¿Necesitamos Innovación?

Ad portas de iniciar un nuevo año escolar, se vuelve preocupante -otra vez- el tema de la calidad educativa y estando de alguna manera involucrado en el asunto, pues se hace válido seguir ahondando.

Al respecto he encontrado el siguiente artículo en Educared acerca del estado de las competencias del estudiante peruano promedio (Lo del "ser humano promedio" es una ficción que atacaré en otro momento, más propicio) y volvemos a hablar de lo poco que se ha avanzado en ese sentido, de que el sistema educativo está fállido y demás frases por el estilo que apenas alcanzan a arañar la superficie del problema.

Si tratásemos de entender a cabalidad el porqué de la mala calidad de la educación -sobre todo la estatal- tendríamos que pasar por varias capas de análisis e historia que derivan por ejemplo, en la importancia y relevancia social de la profesión del maestro, en los criterios de país que se toman en cuenta (en realidad, no en discurso) sobre para qué educar y a quienes queremos como ciudadanos educados (es decir, el resultado del proceso educativo DEBERÍA ser el producir ciudadanos o candidatos a ciudadanos capaces de desenvolverse en sociedad y conscientes de sus derechos, responsabilidades y limitaciones.

Cierto es que tales definiciones no son fijas y en un país multicultural (aunque demasiadas personas "cultas" en este Perú no lo consideren así) resulta complicado definir un norte único, de modo que la solución debería pasar por una adaptación local o un marco de conocimientos global, que en mi modesta opinión debe empezar por lo ambiental y por la intima (aunque marginada por muchos) relación entre economía y ecología, algo que permitiría, a partir de una visión menos sesgada del mundo y mejor ajustada, que permita encontrar innovaciones que mejoren la calidad de vida.

En este sentido, mi amigo el Arq. Benito Juarez (no es broma) junto con un colectivo de profesionales que saldrá del anonimato pronto han especulado acerca de la idea de aplicar el enfoque minimax (mínimo esfuerzo, máximo impacto) al tema educativo, en parte impulsados por esta inquietud y en parte por lo que se ve en el gráfico de líneas arriba, en el hecho de que este "encontrarse con la realidad" arruina el sueño y vuelve a las personas seres resignados que no logran sus posibilidades, y más aún, como en esta terrible frase de una canción de Pablo Milanés:

"En la esperanza del que iba a nacer,
mis frustraciones, todas las volqué"

En más de un sentido, la escuela y la universidad tienen que ver con esta muerte y desperdicio del talento, por ello, los ya citados están preparando una propuesta llamada la Escuela de Innovadores que si bien no es un estudio concienzudo y definitivo acerca de como enfrentar el problema, rompe algunas lanzas y provoca lo suficiente como para ilusionar, para hacernos pensar que una alternativa factible e innovadora para el problema de la educación puede aparecer por el lugar menos pensado.

En todo caso, el amable lector puede encontrar más información sobre el tema citado en el enlace anterior y además, cualquier aporte de escuela experimental que conozca será bienvenido, que entre todos se hace la casa.